Adviento: Al encuentro de la Vida…



Adviento… es el tiempo donde el Señor nos urge: “¡Velad!”. Se nos convoca una vez más a no olvidar que la vida tiene no solo “dimensión de tierra”, sino que está injertada en la vida eterna… Se nos invita a que en todo corazón  se despierte la memoria de la primera venida de Jesús asumiendo nuestra carne y la venida del Señor cada día a nosotros.
“El que viene” es el Señor, y este es el motivo por el que estamos  en vela, vigilantes, atentas… Hemos de preparar el camino, pedirle al Señor que ponga colirio en nuestras pupilas para aprender a mirar como Él… conmovernos, estremecernos con este realidad nuestra y “dejarle actuar y nacer”… El  Espíritu Santo nos guía, nos invita a salir de nosotras y ”dejarnos hacer”…” porque no está la cosa en pensar mucho, sino en amar mucho; y así lo que más os despertare a amar, eso haced”
¿Cómo preparamos la Navidad? ¿Sentimos el deseo de la novedad en nosotros?
La vida, nuestra vida… esa que llevamos entre manos ya puede ayudarnos a entender lo necesitadas de  encuentro que estamos… para aprender a no vivir desde la rutina, desde lo gris y lo repetido y ya sabido. Son “cosillas en que podemos entender si estamos señoras de nosotras mismas “
Canción: El Espíritu os acompañará (Fabiola)      http://www.youtube.com/watch?v=LvH01iBJnok
Ven Ruah, dadora de vida,
abre nuestros oídos, libéralos de sorderas cómplices, de tapones distorsionadores.
Ven Ruah, dadora de vida,
Limpia nuestra mirada, transforma nuestro corazón, ensancha nuestras entrañas, aligera nuestros pies en la dirección que tú nos marques.
Haz Tú posible que este tiempo sea
de docilidad a tu acción, de soltar nuestros controles, de abrir puertas y ventanas.
Danos la capacidad de acoger las interpelaciones que nos vengan:
molestas algunas, difíciles de aceptar otras, que nos desconcertarán, nos producirán dolor, miedo y seguramente nos desplazarán de muchas de nuestras seguridades y certezas, hacia la búsqueda permanente de tus caminos.
Concédenos también que este tiempo lo sea de humor entrañable,
para acoger nuestra debilidad y pecado, para no tomarnos demasiado en serio y poner así de manifiesto que el Reino que buscamos es  tuyo y no nuestro, don tuyo y regalo que pide ser acogido y cuidado.
¡Ven que te necesitamos! Amén.    –Enma Martínez-

Se vuelve a poner de nuevo el canto